¡Colombia Tierra Querida!
Una tierra tan cálida con
un pueblo agradable, guerrero (o mejor dicho echado pa’ lante), un pueblo
campesino, comerciante, salsero, feliz, al menos así nos tienen clasificados en
el exterior y eso es algo que no podemos negar, nuestro sabor, nuestro color,
nuestro origen, indígena, criollo, mestizo, mulato, muisca, etc.
Pero desafortunadamente
en el 2019 nuestro pueblo que se suele teñir del verde de la esperanza, el amarillo
de la alegría, el azul de libertad, el naranja de la creatividad y el rojo de
nuestra pasión, ahora nuestro territorio está siendo marcado por un color, el
rojo de la sangre, la sangre que en nuestra bandera nacional significa la misma
que derramaron nuestros padres fundadores, para nuestros tiempos es la sangre
de aquellos hombres y mujeres que defienden al pueblo, que claman por un país
mejor, un país en paz, aunque la verdad es que de paz no vemos nada, vemos
dolor, sufrimiento, luto, angustia, etc.
La sangre es la de
nuestros líderes y lideresas sociales e indígenas que van por las calles dando
a viva voz la noticia del despertar, del despertar de un pueblo que está
cansado de ser subyugado, de ser sometido a lo que digan los demás (llámense
extranjeros o compatriotas), que se hartó de ser la concubina, la del segundo
plato y que solo asienten a lo que digan sus jefes, es por eso que el pueblo ha empezado a entender que ellos no son los jefes sino que
esos somos nosotros y ellos son nuestros empleados, al menos eso lo entienden
nuestros líderes y por eso mismo son silenciados, para que no sigan esparciendo
la verdad, no podemos quedarnos de brazos cruzados esperando que todo lo haga
el gobierno, debemos tomar al toro por los cuernos.
¿Será
qué todo lo tiene que hacer papá gobierno? me pregunto yo. Es cierto y no se puede negar que el
estado tiene el deber de velar por la vida, la igualdad, la equidad, la
seguridad y la paz como lo rezan los artículos 7, 10, 11, 13, 20 y 22 que se
encuentran en la constitución política de Colombia. Pero vagamente se hacen cumplir por diferentes aspectos como lo que vivimos en estos momentos en el
país, como por ejemplo El Catatumbo, Caloto, Bello, Soacha, entre muchos otros
lugares donde las calles están siendo marcadas del color que no veíamos tan
refulgente desde los años 80’s o 90’s, en la época del narcoterrorismo y en el
auge de la narcocultura que se apoderó de Colombia por mucho tiempo y ahora parece que la
historia se está volviendo a repetir.
No debemos quedarnos
callados, al contrario es nuestra obligación seguir esparciendo las buenas nuevas, la ola hay que hacerla tan
grande que a los malos les quede complicado acabar con todos, porque al
convertirnos en megáfonos todos, de la verdad, de esa que muy pocos están proclamando en las calles , vamos a lograr vencer a
los malos porque los buenos somos más.
Es lamentable que las
noticias que más predominen a diario sean los lideres asesinados pero no
podemos callar ante estos hechos, debemos hacerlos visibles, hay que llorar a
los que se fueron pero hay que hacer sonar más fuerte el mensaje de esos
valientes que han perdido la vida, para que seamos más y no puedan contra tantos.
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